La relación entre hermanos de Freddy y Hazel se rompió cuando se leyó el testamento de sus padres, que reveló un reparto injusto de sus propiedades. Pero tras mudarse al lugar abandonado, Freddy descubrió una trampilla que conducía a una zona oculta que revelaba por qué le habían dado aquella casa. Freddy mantuvo su cara de póquer como un profesional entrenado. No podía mostrar ningún tipo de reacción ante aquel momento, sobre todo porque su futuro cuñado se regodeaba como el gato de Cheshire junto a la hermana de Freddy, Hazel. “Sr. Schneider, pero ¿por qué me quedé con la casa principal?”. Hazel interrumpió al abogado antes de que pudiera terminar de leer el testamento de sus padres. Freddy vio que su prometido, Mark, le apretaba la rodilla.
“Tus padres sabían que tú te merecías más esa casa, nena”, dijo Mark, sonriendo ligeramente.”¿Por qué ella se la merece más?”. La pregunta simplemente se escapó de los labios de Freddy. No quería hacerlo, pero la actitud de Mark siempre le ponía de los nervios. No tenía ni idea de lo que Hazel veía en él, sobre todo porque todos los demás sabían que Mark era un oportunista. Mark puso los ojos en blanco ante la pregunta de Freddy. “Tus padres me conocieron. Conocen a tu hermana y yo teníamos planes de casarnos y tener hijos.
Lo único que te gusta es viajar. Nunca trajiste una chica a casa, así que, naturalmente, la casa grande debería ir a una familia potencial”, se encogió de hombros, aún triunfante.
“Mark, eso no es justo”, empezó Hazel, pero utilizaba su típica voz tímida, que sólo había aparecido cuando empezó a salir con el perdedor. “Es más que justo, nena”, insistió Mark, riendo sin aliento. “¿Por qué me miras así? Tus padres están de acuerdo, obviamente. Ellos lo hicieron. Yo no”. Freddy permaneció callado, pero ya no tenía mucha cara de póquer. El abogado aprovechó el incómodo silencio para terminar de leer. Cuando todo pareció terminado, Hazel levantó la mano como una colegiala.
“Sí, Hazel”, le sonrió el señor Schneider. “Hmmm, tal vez sería mejor que ambos vendiéramos esas propiedades y nos repartiéramos los beneficios”, sugirió ella, su timidez dando paso a más valentía. Freddy se sintió orgulloso de aquella fuerza silenciosa. “Tienes que estar de broma”, resopló Mark. “¿De verdad vas a ir en contra de los deseos de tus padres? Y vamos. En esta economía, tu hermano podría arreglar esa casa y seguir sacando un dineral vendiéndola. No es una limosna estúpida. Es más que justo, teniendo en cuenta las circunstancias”.”Mark, quizá deberías salir”, dijo Freddy en voz baja.
“¿Para que convenzas a tu hermana de algo que no quiere hacer?”. preguntó Mark burlonamente. “De ninguna manera. No. Doreen y Milton sabían que a Hazel le encantaba aquella casa, y sabían que nuestros hijos estarían mejor allí. Nunca supieron si Freddy querría establecerse en esta ciudad o incluso tener hijos considerando…” “¿Considerando qué, Mark?” preguntó Freddy, apretando los dientes. “¿Sabes qué?”, dijo frunciendo el ceño. “No, no lo sé”, insistió Freddy, inclinándose hacia delante en su silla.