Un hombre que se burlaba de la piel arrugada y el pelo canoso de su anciana esposa se quedó helado de asombro cuando la vio en televisión con una famosa estrella de Hollywood. “Voy a quitar el tocador de nuestro dormitorio”, bromeó Peter Gill una noche antes de acostarse. “Ya eres demasiado mayor para llevar maquillaje. ¿Qué corrector del mundo ocultará tus arrugas? Jajaja!”. Brooke Gill, de 59 años, estaba acostumbrada a oír esas burlas de su marido. Cuando se enamoraron hace décadas en la universidad, Peter se sentía halagado por su belleza. Pero en la actualidad, se metía con su esposa sin cesar por su aspecto desgastado por el tiempo.
Un día, la desconsolada mujer apareció en televisión con una estrella famosa y enseñó a su marido que la belleza sólo es superficial…Brooke fue la mujer de los sueños de muchos hombres de su época. Ella solo se enamoró de un hombre, Peter, su actual marido. La pareja vivió feliz durante décadas y tuvo cinco hijos que se establecieron en el extranjero. Aunque Peter se jubiló demasiado pronto, Brooke decidió seguir trabajando. Dirigía una empresa inmobiliaria y se mantenía ocupada con el trabajo mientras envejecía con gracia.
Lloraba hasta quedarse dormida cada día que Peter se burlaba de su aspecto. Una noche, se rio de ella diciéndole: “Me preguntaba qué aspecto tendrías en un muñeco de bebé… con tu pelo gris y tu piel arrugada y flácida… ¡jajaja!”. Peter tenía 61 años, y para él la edad no era más que un número en el caso de los hombres. “Las mujeres están hechas para ser bellas, los hombres no”, se burlaba a menudo de la pobre Brooke.Las burlas de Peter no tenían fin. Todos los días se le ocurría algo relacionado con el aspecto de su esposa. Brooke se sintió destrozada cuando un día prácticamente hizo que les quitaran la cómoda del dormitorio.
“¡Pero si lo necesito para ir a trabajar!”, gritó. Peter le hizo una mueca, que no hizo más que alimentar sus bromas sobre lo vieja que parecía. “¿Quién va a mirarte, cariño? Mírate… ¡No necesitas un espejo para retocarte esa piel flácida! Jajaja!”. Brooke estaba dolida. Ese día, de camino a su despacho, visitó a Lily, una amiga íntima que era psicóloga, y le reveló su dolor. “Siempre dice cosas sobre mi aspecto”, sollozó Brooke. “Estoy destrozada y tengo miedo de que afecte a nuestro matrimonio”.”Mira, estas mujeres son mucho mayores que tú… ¿Por qué no te pones en contacto con esta agencia de modelos y pruebas suerte?”.
Brooke se quedó estupefacta al mirar el catálogo. Las fotos de varias mujeres mayores la hicieron replantearse su edad. “¿En serio son mayores que yo? Parecen mucho más jóvenes!”, exclamó. Pero en el fondo, Brooke dudaba de su suerte con el modelaje. Se miró en el pequeño espejo que llevaba en el bolso y sonrió satisfecha. “No puedo hacerlo… soy demasiado vieja… simplemente no puedo”. Fue entonces cuando Lily la motivó. “Cuando tienes el deseo de hacer algo, olvídate de la edad… ¡Sólo es un número!”.