Un hombre deja a su madre en un granero abandonado, prometiendo visitarla pronto. Pero no regresa sino un año después y se estremece al encontrar en su lugar una magnífica mansión. Lo que le ocurrió a su madre en este único año fue algo que nunca hubiera imaginado. Josefina siempre había sido madrugadora, pero ese día, Dylan no pudo evitar una sensación de pavor cuando vio a su madre aún dormida en el dormitorio de invitados. No estaba seguro de si lo estaba haciendo bien, pero por lo que sabía, ya no quería a su madre cerca.
“¿Ya se ha despertado? ¿Le has dicho que se mudará hoy? No creo que pueda seguir viviendo con nosotros”, le preguntó Amanda, la mujer de Dylan, mientras le daba una palmada tranquilizadora en el hombro. Antes de que Josefina pudiera imaginar nada o despertarse con los cálidos rayos de luz de la mañana, la puerta de su dormitorio se abrió de golpe y oyó los pesados pasos de Dylan acercándose a ella. “¡Mamá, despierta! ¿Empacaste todas tus cosas? Prepárate… Ya es hora de irnos”, dijo, con la voz teñida de impaciencia por enviar a Josefina fuera.
“Estoy lista para irme, hijo. No estaba durmiendo. Sólo me estaba tomando un tiempo para estar sola y reflexionar antes de dejar esta casa para siempre”, respondió Josefina, con la voz cargada de desesperación y pena… Ésta no era la mañana que Josefina había estado esperando, y las palabras de su hijo la golpearon como una tonelada de ladrillos. La pobre y anciana madre sabía que ese día llegaría, pero había venido más pronto de lo que esperaba, y la realidad la hirió. Mudarse a un nuevo hogar significaba dejar atrás a su único hijo, los bellos momentos que compartieron como familia y todo lo que le daba una razón para vivir.
“Dejé a mamá en un granero viejo y sucio. ¿Cómo se convirtió en una finca tan hermosa? ¿Qué ha pasado aquí?” Pero al mirar a Dylan, Josefina no vio más que odio y fastidio grabados en su rostro, y supo que estaba haciendo lo mejor para ambos. Así que con el corazón encogido por la inminente separación, Josefina recogió sus pertenencias y se preparó para marcharse aquella mañana.”¿Es por mi pesado maquillaje, hijo? Incluso dejé de ir al parque cada mañana y cada tarde después de que me lo pidieras…”, intentó Josefina rompiendo el silencio de Dylan durante su trayecto en coche.
“Mamá, no se trata de tu maquillaje ni de que vayas al parque”, dijo Dylan. “Lo que pasa es que sigues teniendo la ilusión de que eres una celebridad. Mamá, tienes que darte cuenta de que nunca fuiste actriz. Nadie estaba dispuesto a contratarte ni siquiera para un pequeño papel. Y ahora que eres mayor, tienes que admitir que fuiste una modelo de pueblo sin éxito que nunca hizo carrera en Hollywood”. “Me siento avergonzado cada vez que alguien me dice que te ha visto en el parque… en el centro comercial… llevando un maquillaje muy cargado como si estuvieras en algún plató de cine. Es tan vergonzoso”.