Tras años como madre soltera, encontré la felicidad en un nuevo matrimonio. Pero una aterradora llamada de mi hijo de cinco años lo cambió todo cuando me susurró que su nuevo padrastro no actuaba como él mismo.
Durante años, sólo habíamos sido Toby y yo. Su padre había desaparecido de nuestras vidas cuando Toby era sólo un bebé, dejándome sola para criar a nuestro hijo. Me lancé a la maternidad, construyendo nuestro pequeño mundo con esmerada dedicación.

Con el tiempo, creí que nuestra pequeña familia ya estaba completa.
Entonces llegó aquel jueves lluvioso. Volvía a casa en metro, agotada tras trabajar doble turno como enfermera en el hospital. Me dolían los pies y tenía ojeras. Un hombre amable me ofreció su asiento.
Cuando me senté, me di cuenta de que estaba leyendo “Diario”, de Chuck Palahniuk, mientras se agarraba a la barandilla. Era uno de mis favoritos.

Sin poder resistirme, me incliné hacia delante. “Es un libro estupendo”.
Levantó la vista con sus cálidos ojos marrones y sonrió. “¿Has leído a Palahniuk?”.
“Me encanta su obra. ¿A qué distancia estás?”
Se llamaba Thomas. Hablamos durante el resto del trayecto en metro y, cuando se acercaba mi parada, me preguntó si quería continuar nuestra conversación tomando un café en una librería-cafetería que conocía.