El testamento de mi abuela no me dejó nada hasta que descubrí su plan secreto — Historia del día

Cuando falleció mi abuela, pensé que la granja sería mía. En cambio, pasó a mi prima Felicity, que solo ve dólares. Solo recibí una carta enigmática y la oportunidad de quedarme en la granja, por ahora. Pero hay más de lo que parece, y estoy a punto de descubrir la verdad, cueste lo que cueste.

La voz del abogado se apagó al terminar de leer el testamento. Sentí una opresión fría y pesada en el pecho. La granja, el corazón y el alma de nuestra familia, ahora era de Felicity. Mi prima Felicity nunca pasaba más de un fin de semana aquí. ¿Cuántas mañanas me levanté antes del amanecer para ayudar a la abuela con los animales o las plantas? ¿Cuántos largos días pasé en el campo, con el sol quemándome la piel, mientras Felicity usaba la granja solo como un fondo pintoresco para sus redes sociales?

“¿Estás bien, Diana?”, preguntó el abogado con suavidad, rompiendo el silencio. “Tu abuela te quería más que a nadie…” Me entregó una carta y me temblaron las manos al abrirla. La letra de la abuela bailaba ante mis ojos: “Mi querida Diana, si estás leyendo esto, ha llegado el momento de tomar una decisión. Sé que amas esta granja, y ha sido parte de ti tanto como de mí. Pero necesitaba asegurarme de que encontrara un verdadero cuidador. Le he dejado la granja a Felicity, pero también te he concedido el derecho a vivir aquí todo el tiempo que desees.

Mientras permanezcas en la granja, no se puede vender. Por favor, ten paciencia, querida. La segunda parte de mi testamento se revelará en tres meses. ¿Por qué no me dejó la granja directamente? ¿Acaso no confiaba en mí? Miré a Felicity; sus ojos ya brillaban de emoción. Estaba susurrando con su esposo, Jack. No pude oírlo todo, pero se me escaparon fragmentos de su conversación. “Véndela…” Ganancias rápidas… promotores… —Ni siquiera les importó. Para ellos, solo eran números. No lo soportaba. —Toma el dinero, Diana. Y vete de aquí —me ofreció Felicity más tarde—. Es una cantidad generosa. Podrías tener una buena casa en la ciudad. Felicity se encogió de hombros, ya desinteresada. Para ella, esto eran solo negocios. Pero para mí, esta granja era mi infancia, el lugar donde mi abuela me enseñó sobre el trabajo duro y el amor. Esa noche, me quedé despierta, con los recuerdos de la granja dando vueltas en mi mente. Sabía lo que tenía que hacer. Por la mañana, había solicitado una excedencia en mi trabajo en la ciudad. Necesitaba estar allí, sentir la tierra bajo mis pies. Felicity me entregó las llaves con una sonrisa burlona. Estaba ansiosa por dejar atrás las responsabilidades.

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